
A casi dos años de mi viaje a este fascinante mundo del travestismo, recuerdo que mi forma de pensar era muy distinta a la actual, es decir, no tenía que cuidarme de los hombres, se que parecerá difícil de explicar, pero tratare de hacerlo. Digamos cuando era chico heterosexual, tuve muchos amigos, debo de aclarar que en mi no se veía para nada que fuera Gay, tenia novias tan hermosas, que neta era la envidia de muchos chicos de la universidad, los hombres estaban a mi lado sinceramente como amigos y tengo que decir que había uno que era un manjar visual “Un chico súper guapo y sexy, un dios griego” jsjsjsjs.
Bueno el caso es que estos hombres solo eran mis amigos, mis camaradas y siempre estuvieron a mi lado en las buenas y en las malas, lloramos juntos, etc. Realmente había camarería por parte de ellos, me buscaban sin ninguna intención sexual, me sentía parte del grupo, y hasta querido y respetado, pero ahora, es muy difícil encontrar un amigo o creer en algún chico y sus palabras, “esto es a lo que trataba de llegar” ahora tengo que cuidarme de ellos, siento que usan las palabras como anzuelos, a cada instante hay mensajes de ¡Peligro, Peligro! Y es muy confuso todo esto, ahora es mucho más difícil tener amigos que antes, porque los que me quieren como amigos y los que dicen que desean una amistad, en verdad lo único que buscan es SEXO, ósea, no sé si me explico, “me he dado cuenta que usan palabras raras para dar significado a otras” tales como, -para mi eres realmente una mujer hermosa, -quisiera que fueramos amigos, -cuando salimos a tomar un café, claro a un hotel. Cuando en realidad todas estas palabras significan –quiero acóstame y tener una noche loca de sexo desenfrenado.
Tal vez me vea muy culera diciendo esto, ¡lose! Y sé que muchos dirán que poca manera de pensar tengo, “y tal vez sí” o “tal vez no” pero ahora me es más difícil encontrar un buen amigo, que antes, y eso es lo que realmente extraño, extraño a mi mejor amigo Javier, extraño su cariño de amigos, las tardes aburrida en las que no había nada que hacer y el llegaba para ver una película en casa y platicarme de su vida, y de las parrandas interminables a lugares poco recomendables, extraño sentir su abrazo desinteresado y sin malicia, su apoyo incondicional.


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