Uno pasa la vida buscando a alguien con quien compartir su vida, o con quien hacer que la vida sea más llevadera y menos tediosa, Cuando llega ese niño, automáticamente se vuelve un “El”, creemos que “El” es lo más cercano a lo perfecto, se desliza dentro de nuestra piel, y sentimos el impacto de como si un auto nos atropellara, directo, fuerte e inadvertido, así suele ser “El” ese niño misterioso y tan bello y a la vez terco. Y aunque a veces esto no nos importe, sabemos bien que el día que lo perdamos, volveremos nuevamente a sufrir por “El”.
Cuando creemos encontrar a uno de “Ellos” sentimos como que nuestra vida cambiara de forma brutal, sentimos un torbellino de efectos raros y poco comunes, que nos llega muchas veces a hacer cosas locas, van junto a nosotros y a veces no sabemos realmente a donde van, “El” se vuelve mi rival y mi compañero al mismo tiempo, están tan dentro de nuestras vidas y muchas veces tan, pero tan fuera de ella.
Sé que volveré a perderme por “El”, romperá nuevamente mi corazón, sufriré y llorare, pero también sé que volveré a encontrarlo, tal vez con otro rostro, otro cuerpo y otro nombre diferente, otra forma de pensar, siempre mejor al anterior, pero siempre sigue siendo “El”, ese chico, aunque diferente, que otra vez, nos vuelven a dar ese trancazo de emoción.
“El” se hacen frío y se hace eterno, se hace tierno y candente, unas veces loco y otras tiernamente, es gente que va y que viene, el que tantas veces le cambio la voz, cuerpo y mente. Pero siempre termina siendo “El”, el que me miente y me lo niega, el que me olvida y me recuerda. “El” ese chico que me llama cuando quiere.
Pero y si mi corazón alocado por “El”, hiciera que mi boca se equivocara al llamarlo y en ese momento nombrara a otro, hay veces que siento pena por este corazón torpe, ciego y loco, que pasa de uno a otro, de un mentiroso a un amoroso o a un libidinoso, mi único delito es este torpe corazón, que ignora quien no es sincero de corazón, logrando solo herirme, y haciéndome caer siempre con “El” con ese chico siempre cambiante y distinto, pero al fin “El”
Pero y si fuera “El” el hombre de mi vida y por tonterías, vanas y torpes lo perdiera, al menos siempre se que se trata de un “El”, de ese niño que me vuelve loca por su cuerpo y sus besos, porque a veces resulta tierno y a veces salvaje y erótico, o caballeroso y chistoso, el que siempre cambia y se transforma pero al menos siempre es “El”.
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